
¿Han abrazado a alguien las últimas 6 horas? ¿No? ¿Qué esperan? Un abrazo es una expresión humana que une las energías emanadas por el corazón. Al abrazarnos ponemos en contacto los chakras cardiaco y plexo solar, es decir, el corazón y la boca del estómago, de manera que las emociones guardadas en el corazón y la panza se “unen”. Un abrazo profundo, de esos que duran más de 10 segundos, apretándose a la persona que recibe el abrazo como la que lo brinda, es una manifestación que nos acerca a las personas con las que tenemos ese contacto.
Un beso es otra cosa. Un beso puede llegar a invadir, a degustar, a saborear, a devorar. En cambio un abrazo es como aferrarse a la otra persona, como querer unirse a ella, fundirse, compenetrarse. Un abrazo puede tener tanta ternura e inocencia. No suelo ser muy “abrazona”, pues sufro una rara condición que me aleja de los otros seres humanos al punto de preferir bajar 10 pisos por las escaleras, que usar un ascensor para evitar la cercanía de otras personas en un cubículo tan estrecho. No me gusta tocar ni ser tocada por cualquier extraño, no suelo dar abrazos a cualquiera, pero cuando lo hago, abro mi corazón.
La mejor forma de dar un abrazo es estar consientes de las partes que entrarán en contacto con la otra persona. Trata de ponerte al nivel de la otra persona, abre tus brazos e imagina que abres tu corazón y que toda esa energía de amor y positivismo penetra el aura de quien abrazarás. Una vez que entres en contacto con dicha persona, apretala hacia ti, no importa que sea tu madre, tu jefe, tu mejor amigo. El amor es indistinto. Intenta que tu abrazo dure el tiempo suficiente para que se dé el intercambio de energía. Apreta a la otra persona, apreta sus hombros, si hay la confianza o el momento es propicio, apoya tu cabeza en ella.
Trata de dar un abrazo cada 6 horas. Son el mejor antidepresivo existente.
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